viernes, 22 de julio de 2011

DIA 1. HONDA CONGOJA Y PESAR


Puede ser que esta sea una historia de destiempo. Y también de incapacidad. Vayamos a lo concreto: acabo de perder a la única mujer que amé en mi vida. A la primera mujer que amé en mi vida. Y no perdería ni un segundo en hacer esta aclaración, si no fuera el sentido del dolor que otorga toda vez inicial. Todo lo que voy transitando tiene la impronta de un primer amor. Rodeado más que nada por la ingenuidad y la inocencia: El tesoro de los inocentes.

Diré entonces que amé de una manera inocente, desmesurada, inexperta y cargada de miedos. Diré que creí que era la manera, que no había porqué medirse, porqué dar a cuentagotas lo único que tiene sentido en esta vida que es el amor. También me toca decir que desde el primer día supe que era lo mejor que me había pasado en la vida. Hay una escena genial, la que aparece aquí arriba, de la película “El Gran Pez”, donde el protagonista dice que uno puede percibir el momento exacto en el que conoce al amor de su vida, por que el tiempo se detiene y cuando vuelve lo hace tres veces mas rápido.

A mi me paso y elegí decírselo a ella todas la veces que fuera necesario. Lo dije muchas veces, infinitas veces, tantas que pude abrumar. Fuimos felices, y eso ahora lastima. Confié en que si había amor todo se podía solucionar, de hecho lo sigo creyendo. Tomé distancia para reencontrarme conmigo. Pedí distancia para reencontrarme, para no lastimar con mis miserias.

Naufragué, me evadí, me rearmé y decidí no mentirme más. ME DI CUENTA, me cayó todo junto como suele suceder, en un instante, definitivo, tan real como un cuerpo puede exigirse. Lo que me aterraba era lo que quería y tenía frente a mis ojos. Lo buscaba sin sentido, errático y siempre estuvo ahí.
Ser compañero de alguien, de ella, ni adelante, ni atrás, uno al lado del otro. “No vayas detrás mío, tampoco me guíes, camina al lado mío en esta historia” Construir un futuro juntos, un proyecto de vida, una familia entera, lo que yo nunca pude disfrutar, lo que el destino me negó era lo que quería. Pero me aterraba no poder conseguirlo, no estar a la altura, repetir una historia triste de desamores y desencuentros.
La inseguridad me atraviesa y ya no quiero esconderla. Hace un tiempo me perdí, me desperté del sueño, me di cuenta y no quise jugar más a que no entendía. El miedo era conmigo y definitivamente lo traslade. Esto sucedió en los últimos tiempos, cuando el salto hacia un futuro como pareja era ineludible. A mi manera yo lo dije, lo exprese, tal vez no alcanzo, o fue ambiguo, muy diferente de las convicciones que suelo mostrar en otras cosas de mi vida que todos los días se presentan como trascendentales y son maquillaje.

Me di cuenta de todo, de manera definitiva y extrema. Pero como yo seguía enamorado sentí que se podía. ¿Es tan terrible darse cuenta, querer transitar el camino que antes uno no vio? ¿Es tarde?

“¿Ahora me lo tenes que decir?” uno no elige los momentos, sólo aparece esa procesión así, como una aparición, como un reflejo.
Lo peor no es el llanto sin remedio, el llanto en silencio; lo mas demoledor es sentir el vacío, ver el efecto de manera tan brutal. Esa es la palabra: BRUTAL. Y no saber como seguir, no claudicar a un amor distinto a todos, enorme, tan grande que asustaba. No es fácil encontrar al amor de tu vida tan temprano y tener miedo a fracasar, lo mas probable es que sin darte cuenta dañes lo más importante del mundo

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